martes, 19 de abril de 2011

Los caminos del montaje...

...que llevan a la construcción de LA HISTORIA, la etapa donde se mezcla el pánico con la satisfacción.
En lo referente a todas las decisiones narrativas de un proyecto desde siempre me he enfrentado a ellas apoyándome en la seguridad procedente de la siguiente idea que se me quedó grabada hace unos 15 años: "hay que elegir un camino, sea el que sea, hay que elegir uno, aún a sabiendas de que una vez estés en él mires a tu derecha y te des cuenta de que el otro tiene mejor pinta; porque la realidad es que todos llevan a una meta: una HISTORIA".
Porque todas y cada una de las decisiones que tomas tú y todo tu equipo son una manera de escribir la historia: una frase dicha con una entonación distinta te da un enfoque totalmente diferente; un haz de luz que se cuela en la imagen; un movimiento de cámara de reencuadre... todas estas cosas son decisiones (involuntarias en este caso) que, una vez llegas a la sala de edición, te llevan a tomar caminos que acabaran dando con una HISTORIA, porque no puedes utilizar esa entonación, o ese plano por esa entrada de luz, o ese reencuadre.
Se suele decir que el resultado final de un proyecto cinematográfico es, en el mejor de los casos, el 65% de lo esperado cuando terminas el guión (y sé de muchos que me dirán que soy un optimista desmedido por un porcentaje tan alto).
Que nunca se llegue al 100% responde, en mi opinión, a todas esas decisiones que te llevan a tomar un centenar de caminos para llegar a la meta. Pero aquí viene la parte que es realmente importante: que se parezca en un 65% (o incluso menos) no significa que estés un 35% por debajo de una historia realmente buena; significa que estás un 35% por debajo de la historia que esperabas; significa que la historia que tienes no es peor, sino diferente... y diferente (ya sea mucho o poco) en MUCHOS casos también significa MEJOR.
Y este pensamiento es lo que tanta seguridad me proporciona a la hora de enfrentarme al montaje de todas y cada una de las escenas. Porque es durante esta fase cuando, con cierto temor y pánico, te enfrentas a la realidad de qué funciona y qué no... En mi caso, voy en el metro y trato de hacer casar los planos mentalmente para que la continuidad ayude al desarrollo de cada acción de los personajes y no lo joda (porque los actores estuvieron soberbios y tener que desechar una toma porque está fuera de foco duele lo más grande). Pero es entonces cuando la edición te muestra la otra cara relacionada con la satisfacción, cuando ves que todo funciona... y cuando no, aquí se desarrolla la más gratificantes de las verdades del montaje: todo tiene solución en la edición... (vale, casi todo...). Porque siempre es aquí cuando descubres cosas que durante el rodaje solo apreciaste y aparcaste mentalmente para este momento... Si bien es cierto que el tener tan presente el momento de la edición es de gran ayuda en el mismo rodaje ayudando a revelar aquello qué estará y aquello qué no estará.
Voy a poner un ejemplo con este mismo proyecto que estoy a punto de empezar a editar: ocurre muchas veces que escenas escritas en guión tienen todo el sentido del mundo; la planificas asegurándote captar todos los momentos de la mejor manera posible siendo fiel a tu "forma de ver" las cosas (lo que unos llaman estilo... y que para mi no es más que punto de vista); luego llegas al rodaje y se te revela una gran verdad: esa escena no va a estar en el montaje, y no es por cuestiones narrativas, técnicas o interpretativas, es tan simple como que conforme la ruedas te das cuenta de que no va a encajar. Y entonces empiezas a pensar en las repercusiones que tendría no contar con ella (para estudiar la posibilidad de cambiarla sobre el terreno), y es entonces cuando un nuevo camino se revela ante ti: sin esa escena la historia es mucho más directa y fluida, sin esa escena los personajes tienen más sentido en sus acciones...
Es cierto que puedes haber perdido un 10% de fidelidad con lo que tenías en papel; pero también es cierto que con ese 10% menos la HISTORIA es un 10% mejor.
Y por esto, los caminos del montaje ni son atajos ni son vueltas en círculo: son una carretera que te enseña, en mi caso, una meta distinta, nueva... e incluso mejor de la que tenías en la cabeza.

En resumen: no más verdad que la de que un proyecto cinematográfico se escribe 3 VECES, en el guión, en el rodaje y en el montaje... 3 reescrituras que darán como resultado una HISTORIA.
Y el montaje es la escritura definitiva...
Un beso... o dos...
...porque ya queda menos...

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